Lo natural no es contrario a lo cultural, y viceversa, sino complementario, y viceversa. Nuestros espacios naturales son también, en su gran mayoría, paisajes culturales. La impronta humana en el paisaje puede ser más o menos evidente, más o menos sutil, va a estar más o menos integrada armónicamente en el territorio y su faz exterior. En esta colección se presentan lugares y enclaves en los que la intervención humana en el paisaje, a muy
distintas escalas, se interpreta amable, afable, motivadora y enriquecedora para la vista y otros sentidos.